El milagro económico español


El “milagro económico español” fue el nombre dado al periodo de crecimiento acelerado y auge económico ocurrido entre 1959 y 1973. España fue en ese período el segundo país con mayor crecimiento del mundo, un 7,7%, solo superado por Japón. Algo nunca visto en democracia.

El “milagro económico” fue iniciado por las reformas impulsadas por los llamados “tecnócratas” que, con la aprobación de Franco, establecieron políticas para impulsar el desarrollo en España con la anuencia del Fondo Monetario Internacional. Los tecnócratas eran una nueva clase de políticos que sustituiría a la vieja guardia falangista. Si las leyes falangistas de Girón de Velasco hasta 1959 dotaron a España de la Seguridad Social y de todos los derechos sociales que hoy tenemos, los tecnócratas continuaron con el desarrollo económico. La aplicación de estas políticas tomó la forma de planes de desarrollo y fue un éxito en gran medida: España disfrutó de la segunda mayor tasa de crecimiento en el mundo, un poco por detrás de Japón, y se convirtió en la novena economía más grande del mundo, sólo después de Canadá. España se unió definitivamente a los países industrializados, dejando atrás la pobreza y el subdesarrollo funcional que había experimentado desde la pérdida de la mayoría de su imperio en el siglo XIX.

La recuperación se basó principalmente en la inversión pública en infraestructuras, mucha inversión estatal en grandes industrias y en la apertura de España como destino turístico. El milagro terminó con el periodo de la autarquía y podría ser considerado como la respuesta a la crisis económica de España después de la Guerra Civil y de la Segunda Guerra Mundial. En el crecimiento económico se registraron mejoras notables en el nivel de vida y el desarrollo de una clase media. Aunque España hasta su entrada en la Comunidad Europea en 1986, siguió siendo económicamente menos avanzada en relación con los mayores países de Europa Occidental (con excepción de Portugal, Grecia e Irlanda), no obstante, el crecimiento general continuó y en pocos años alcanzó niveles similares al resto de países europeos. España se convirtió en la quinta economía más grande de la UE y, en términos absolutos, la duodécima del mundo. En 1974, la renta per cápita española era del 79% de la media de Europa Occidental, antes de la ampliación en 2004 superaba ya el 90% de renta per cápita promedio, tras la incorporación a la Unión Europea de países de Europa del Este económicamente más atrasados (como Polonia, Rumanía y Bulgaria), España ha situado su renta en el 105,7% por encima de la media europea,​ mientras que el indicador económico por excelencia, la producción de electricidad, pasó de 3,61 en 1940 a 90,82 millones de kilovatios-hora en 1976.

Industrialización

Para impulsar la industrialización, el gobierno español invirtió en empresas pesadas a través del Instituto Nacional de Industria o directamente como en el caso de SEAT. Se produjo una expansión de las industrias en las antiguas áreas industriales, en el País Vasco y de la costa norte de Ferrol o Vigo (metalurgia, construcción naval), en los alrededores de Barcelona (automóviles, maquinaria, textil, petroquímica) y el surgimiento de Madrid como una zona industrial y comercial importante. La industria del automóvil fue una de las locomotoras más potentes del milagro español: de 1958 a 1972 creció a una tasa compuesta anual del 21,7%. En 1946 había 72.000 vehículos privados en España, en 1966 había más de 1 millón. Estas cifras son únicas en el mundo. El símbolo del desarrollo fue el automóvil SEAT 600, versión mejorada del FIAT 600 italiano, producido por la empresa española SEAT. Más de 794.000 de ellos se construyeron entre 1957 y 1973, y si al comienzo de este período fue el primer coche de muchas familias de clase trabajadora española, en su final fue de hecho el primer “segundo” de muchos más.

Lo ocurrido entre aquel 1959, marcado por el famoso Plan de Estabilización, y 1973, fue tan excepcional que se conoce como el “milagro económico español”. Y viendo las cifras no parece exagerado. Pocos países han disfrutado de un período tan prolongado de crecimientos tan elevados. Fuimos la China de los años 60: un país autoritario que abre su economía al mundo, desde una posición de partida muy mala y que consigue sumarse al tren de la modernidad. Con dos matices: España partía de una situación un poco mejor que la china. Digamos que cuanto más pobre sea uno, más fácil es conseguir un crecimiento pronunciado, porque hay más margen de mejora. En realidad sólo unos pocos casos (quizás Irlanda en los años 80-90 y Corea en los 70-80) son comparables al español. 











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